Por Socorro Valdez Guerrero
Se ¡Descarrila! Y desintegra a la “Familia Metro”.
La enferman, abusan de ella, dejan que se mueran y padezca ¡Crisis!
Hay fractura en su servicio médico, niegan la atención y la protección laboral.
¡Hay abusos, sin líderes! Y una dirección, sin ¡Rumbo! Parecen dirigentes con ¡Discapacidad motora! Y dirección con ¡Invalidez!
Atropellos laborales, retención de salarios, pagos extemporáneos, amenazas y arbitrariedades.
Una directiva que se extralimita y la omisión sindical.
Dos sindicatos, sin ¡Dirigentes! Uno vetusto, fósil, enquistado desde casi cinco décadas, sin ofrecer apoyo a sus trabajadores.
Otro, bisoño, pipiolo, con poco más de dos décadas, de inmovilidad y falsa esperanza.
Ambos con ¡Parálisis! E ¡Inertes!
Dos estructuras, ¡sin defensa laboral! Sin “¡Fortaleza sindical al servicio de la sociedad! Ni “¡Por la dignificación plena del trabajador!”.
Hombre y mujer sin diferencia, con vicios sindicales, disfunción que fractura y disuelve a la ¡Familia Metro!
Ni democrático y menos independiente. Ni ¡Sindicatos!
Dos “dirigentes” -Blanca Esthela Pablo Carbajal y Fernando Espino Arévalo- ¡Discapacitados! ¡Ciegos!
¡Sordos! Y ¡Mudos!, ¡agachados!
Inmóviles y sedentarios ante fallas laborales y abusos contra cientos de trabajadores.
Empleados enfermos, sin medicamentos ni atención médica y mucho, ¡luto!
Solos ante la defensa de sus derechos por atropellos laborales.
Dos “líderes” abúlicos ante una dirección y ante servicios médicos particulares -Sanatorio Durango- que niegan, incumplen y violan derechos constitucionales.
“Dirigentes”, con discapacidad motora crónica y ciegos ante los excesos de Florencia Serranía Soto y funcionarios como Abraham Marciano Toribio, director de administración de personal y otros, que habría que revisar su desempeño.
Lo mismo no pagan al personal de limpieza, que las catorcenas a los demás empleados.
Adeudan poco más de 260 millones de pesos para mantener el servicio médico en el Hospital Durango, y rechazan atender hasta a quienes necesitan diálisis, tan vital para seguir viviendo.
Evaden quejas ante Derechos Humanos, desconocen sus recomendaciones y obligan a jubilados, quienes tienen un año sin el pago de su finiquito, a renunciar al seguro institucional de MetLife.
Con grave descontrol para el manejo interno del COVID, contagios y muchas muertes por negligencia de personal del Metro, que solo cumple con su función.
Ni medicamentos en sus clínicas y con un servicio de quejas ¡inmóvil!, igual que su sindicatos y su directora. Un Metro ¡Devastado! Un Sistema, sin respeto a la declaración de sus valores: disciplina y probidad…